Una buena educación es básica para moverse en este mundo y, sin embargo, nadie nace sabiendo (como tanto suele decirse). A un perro le pasa lo mismo. Nace con plena inocencia y desconocimiento de lo que es el bien y el mal, de lo que se espera de él. Tú, como dueño, deberás convertirte en su guía no solo para mejorar vuestra propia convivencia y la relación del perro con el resto de su entorno, sino para que se convierta en una mascota feliz, equilibrada y sin temores.
El perro no habla nuestro idioma, será nuestro cometido encontrar la mejor manera de comunicarnos con él para favorecer la comprensión y crear así un vínculo sólido que ayude a que él también sea capaz de entendernos.
Si no sabemos por dónde comenzar, un educador canino nos ayudará a marcar las pautas de disciplina y las reglas más adecuadas. Esto debe hacerse siempre desde el principio, y no cuando ya tenemos un perro adulto con el que no podemos lidiar desde hace tiempo.
La educación canina es un deber diario y repetitivo que podemos convertir en algo sencillo y divertido si nos ayudamos de algún juguete o premios saludables (como los de MOOIZA) que permitirán que el perro centre su atención en nosotros y siempre reciba una motivación positiva con una orden. ¡Estamos seguros de que tendrás un estudiante mucho más dispuesto cuando hay premio!
Un perro bien educado y obediente es un perro que se adapta a cualquier situación, es sociable y cariñoso. Un perro alegre que disfruta de su vida y hace que nosotros también disfrutemos junto a él de una vida plena, feliz y equilibrada.
Solemos ser muy críticos entre los humanos por la mala educación de los demás ¿Por qué menospreciarla en lo que a perros se refiere?